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Temperaturas extremas con veranos cortos e intensos e inviernos que pueden llegar fácilmente a los 40 grados bajo cero forjan el carácter de un país que en gran parte es y está desierto: es uno de los menos poblados del mundo, con apenas 2 habitantes por kilómetro cuadrado que se concentran en gran parte en su capital, Ulán Bator o Ulaan Baatar para los amigos.

Más de un tercio del país vive en Ulaan Baatar ( algo más de1 millón, del total de 3 millones de habitantes, en números redondeados), lo que da una idea de la distribución de la población: un país con 3 veces la extensión de España que tiene menos habitantes que la Comunidad de Madrid, por poner ejemplos cercanos.

¿Cómo es Mongolia?

Entre China y Rusia, sin salida al mar, Mongolia mira al futuro con el orgullo de un pasado imperial y el optimismo de haber sido una de las economías que más ha crecido en los últimos años, pero con la pesadumbre de un crecimiento que no deja de ser irregular, de la dependencia de sus minerales y unos niveles de desempleo elevados para la región (muy buenos a ojos españoles, claro).

Es difícil hablar de Mongolia sin caer en los tópicos del pueblo nómada, “anclado” en parte en la edad media, sin pensar en los caballos, las estepas, los halcones y, por supuesto, el Imperio Mongol de Gengis Kan (que en realidad es Chinghis Khan, y se leería como “Chinguis jaan”) que fue el segundo más extenso del mundo (después del británico, el español es sólo el cuarto). Mongolia suele ser el gran olvidado cuando se habla de las economías asiáticas.

Mongolia también fue uno de esos países que abandonó el comunismo de forma no violenta para convertirse en una democracia capitalista. Con resultados… Excepcionales en algunas cosas, no tanto en otras.

Crecimientos por encima del 14%, desaceleración en los últimos años

Crecimiento del PIB, desempleo e inflación

Desde que en 2012-13 fuera el segundo país con un mayor crecimiento previsto del PIB, Mongolia ha experimentado unos cuantos vaivenes y cierta desaceleración. Con un renta per cápita de unos 4.000 $ al año, existe claro recorrido para la mejora. La inflación ha experimentado fuertes vaivenes, con tasas que llegaron hasta el 40% y que en 2014 casi llegaban al 10%.

Un ejemplo de manual de “la enfermedad holandesa»

El crecimiento de la minería en Mongolia ha sido muy fuerte en los últimos años. Aunque el crecimiento del PIB ha sido intenso y otros indicadores como la tasa de pobreza se han reducido, un crecimiento tan basado en materias primas puede tener consecuencias negativas. Es el efecto conocido como la “enfermedad holandesa”: la exportación de materias primas puede perjudicar el desarrollo de un sector exportador más sofisticado, minando (nunca mejor dicho) las posibilidades de crecimiento en el medio y largo plazo.

La razón principal es la apreciación de la moneda, que vuelve menos competitivo al resto de sector exportador, pero también existen razones a más largo plazo: el sector minero requiere de mano de obra no cualificada (también altamente especializada, claro, pero en mucha menor medida) que no desarrolla funciones más productivas, además de que la posibilidad del “dinero fácil” (no para el minero, claro) puede hacer que se desplacen inversiones a un sector que en el largo plazo será menos productivo.

El clásico, «pan para hoy, hambre para mañana»

¿Un futuro digital?

El mundo de las telecomunicaciones en Mongolia presenta un panorama complejo: la baja densidad de población sumada al hecho de que la mayor parte de la misma es nómada dificulta las conexiones fijas, que se concentran en la capital (la penetración de Internet no llega llega al 18%). Sin embargo las líneas móviles son bien recibidas por la población, con una penetración móvil superior al 100%.

En el índice “Measuring the Information Society Report 2014” la International Telecommunication Union Mongolia aparece en el puesto 92 de 166: algo habitual en el país, en muchos índices internacionales, de distintas áreas, Mongolia aparece en posiciones mediocres o algo malas, pero no desastrosas (tampoco, generalmente, buenas).

La escena startup y digital en general es reducida, pero no inexistente. La experiencia que nos han transmitido las personas que hemos entrevistado ha sido similar:

«Aquí no hay Venture Capital, los bancos no dan financiación, el gobierno es un desastre y el mercado es pequeño. Pero hay gente con ilusión y ganas de hacer las cosas”

 

En otros países (pienso, lógicamente en España) nos resulta fácil quejarnos: comparados con Silicon Valley parecemos unos cutres, pero hablando desde la ignorancia, las condiciones en Mongolia parecen de las más complicadas que es posible encontrar.

5 datos para recordar

Todo este rollo relativamente impersonal nos sirve para introducir el país y poner en contexto el resto de información y entrevistas que iremos publicando.

Estos 5 datos resumen bastante bien el estado de las cosas:

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