Hace casi dos años visité por primera vez Israel. Un amigo de la infancia se había mudado allí y merecía la pena visitarle. Se trata de uno de esos amigos de la infancia que ayudan a moldear tu vida. De esos con los que juegas en el recreo del colegio cuando tienes 10 años, que te acompañan en el sufrimiento de los desamores adolescentes o se toma las primeras cervezas a tu lado.
Algo había leído sobre el ecosistema startup del país (principalmente la serie de posts de Javier Megías), pero tampoco tenía muy claro que me iba a encontrar y se trataba más de un viaje de ocio (iba con otros 4 compañeros de Territorio creativo) que de «análisis de startups». Por suerte en el aeropuerto se encargan de destacar el libro que hay que leer para entender el milagro económico israelí: «Startup Nation».
Start up nation – la historia del milagro economico de Israel
El libro merece la pena. Publicado en 2009 narra el milagro económico israelí y busca explicaciones «no convencionales» (en su momento, ahora ya son parte del «common wisdom» diría yo) al mismo.
Israel es un pequeño país de más de 8 millones de habitantes, pero tiene más empresas en el NASDAQ que toda Europa junta y algunas de las empresas más innovadoras del mundo (como Google o Intel) han elegido el país para sus centros de desarrollo. Con su «Silicon Wadi» como punto de referencia y con Tel Aviv como la «Startup City» por excelencia, Israel destaca como el segundo ecosistema emprendedor del mundo.
El tamaño del ecosistema Startup israelí es considerable, y simplemente verlo en un mapa «asusta»:

Israeli Startups
En el mapa (creado con la tecnología de MapMe, otra startup israelí que nos ayudó a terminar de montar «la agenda de entrevistas») podéis haceros una idea de la densidad del ecosistema. Un ecosistema que nos ha dado joyas como Waze, Wix o Fiverr.
Otro proyecto interesante, del mismo equipo, y que demuestra la capacidad de adaptación y «movimiento» de la comunidad israelí fuera de su país es «Israeli Mapped in NY»: startups de origen israelí en Nueva York.
Un país tan pequeño, rodeado por enemigos y sin recursos naturales sólo podía apostar por una cosa: el capital humano. Y eso es lo que ha hecho. Ayudado, en buena parte, por un ejército que sirve como centro de networking y de estudios, una cultura que premia el esfuerzo y no castiga el fracaso y el aprendizaje, un sector público que entendió cómo apoyar la creación de una industria de VC sana y, sobre todo, mucha, mucha chutzpah.
Pero nuestros entrevistados lo cuentan mejor, aunque, como no, haremos un pequeño resumen:
El papel del ejército
El factor más citado, ya sea por los autores de Startup Nation o por nuestros entrevistados. El servicio militar es largo y obligatorio. Dura unos 3 años y va «todo el mundo». Pero no se trata de una maquinaria que anule la iniciativa ni aplaste al individuo: se fomenta el espíritu crítico, se aprende liderazgo y se aprende a trabajar con deadlines ajustados y a gestionar el estrés.
Sirve, además, como centro de networking: es fácil conocer gente nuevo, de todos los estratos sociales, trabajar con ellos y tener contactos comunes a los que preguntar por otras personas.
La inmigración
Los inmigrantes son menos aversos al riesgo que la media. En el caso israelí, llegó una gran oleada de inmigrantes cualificados desde la Unión Soviética, lo que enriqueció el capital humano del país. El carácter «inmigrante» influye en la cultura del país: es fácil conocer a personas de distintos continentes, con experiencias de lo más diversas y con menos miedo al cambio.
La financiación
La formación de la industria VC en Israel merecería unas cuantas páginas. Javier Megías la resume muy bien y la destaca como una de las pocas veces en las que la intervención pública en startups ha sido un auténtico éxito.
En el vídeo tenéis a Jon Medved, uno de los mejores VC del país y fundador de OurCrowd, que cuenta junto a Eran Shir (a partir del minuto 18:35) cómo el sector público creó la industria VC del país a través de «Yozma». Eran añade cómo en la universidad trazaron el origen de la práctica totalidad de startups actuales hasta 5 familias.
La cultura
La cultura israelí tolera los errores. En España «es raro» eso de fundar algo. Incluso de trabajar en empresas pequeñas. Aunque suene a tópico y es algo que esté cambiando, en un país como España lo que se espera de la gente es que busque un sitio donde encajar, una gran estructura que le sustente.
En Israel la gente quiere crear sus empresas.
Educación
Las escuelas no son tan destacables: pero la gente tiene, en general un nivel educativo elevado y muchas experiencias vitales que compartir.
Chutzpa, échale Chutzpah
Lo primero, se pronuncia algo así como «jutzpah», no «chutzpah». Dicho esto, el fenómeno se merece su propio vídeo:
A modo de resumen lo dejaríamos en «cojones». O audacia, que cada uno decida.
Estos son los factores más citados y de los que más hablaron nuestros entrevistados. Pero hay algo que también destacaron algunos de ellos (Zvi, Roy o Jon).
La necesidad. Simplemente, no había otra. Desde su nacimiento, el estado de Israel se vio amenazado por los países limítrofes. Sin socios comerciales, sin recursos naturales, sin otra cosa que ingenio, inteligencia y esfuerzo se fraguó la industria tecnológica que sólo acaba de empezar.
Qué aprender de Israel
Hay muchas cosas que se pueden aprender de su historia: pero no olvidemos que no tiene sentido copiar e importar medidas «a lo loco», por bien que pueda sonar. No es una crítica política ni mucho menos (Ciudadanos proponía importar el modelo Israelí, así que al menos lo conocían), pero sí algo en lo que coincidieron todas las personas con las que hablamos: cada país es único y debe encontrar su propia «receta secreta». La cultura es clave y no se puede llevar a gente de 20 años que ha crecido en un entorno que premia en exceso el error y pretender convertirlos en emprendedores aventureros: la clave es influir en edades tempranas y fomentar una sociedad con espíritu crítico, que no tema equivocarse ni arrincone al perdedor.
La otra gran lección es pensar en global. El mundo se ha vuelto plano y no debemos pensar en el mercado local como un fin. Como mucho, como un medio por el que empezar.
Los retos que esperan a Israel
El más citado: manpower. Gente, personas. Hay muchas startups, pero es difícil gestionar el crecimiento. No hay desempleo, lo que implica dificultades para gestionar el crecimiento.
Una de las soluciones será la «startup visa», pensadas para facilitar la «importación de talento». Medved proponía incorporar más mujeres, ortodoxos y árabes a «las filas startup».
Aunque Israel sea un ecosistema vibrante y el país esté lleno de talento no son pocas las voces que advierten de que hay que estar atento al futuro: la manager de Facebook Israel dejaba claro hace poco que aunque Israel sea el segundo ecosistema de startups a nivel global el gap con Silicon Valley es grande y es necesario pensar en el futuro.
Nuestra visión
Sólo pasamos 5 días en Israel. Fue el último país que visitamos y sentimos una fuerte conexión con la gente. Fue una semana de transición, después de casi 11 meses en Asia pasar por Israel fue como estar en casa.
Con todas las diferencias que se puedan enumerar, ambos pensamos que Israel debería servirnos como inspiración: un pequeño mercado, sin recursos naturales y en riesgo constante ha conseguido convertirse en el segundo ecosistema startup más importante del mundo. Aprendamos de ellos.
La energía que transmite la gente, lo profundo de las conversaciones que se mantienen, lo cercanos que era cualquier persona en la calle y lo dispuestos que estaban a ayudar hicieron que nos enamoráramos del país.
Estamos seguros de que no será la última vez que pasemos por allí.
Disclaimer: los enlaces al libro de «Startup Nation» son afiliados de Amazon. Recomendamos el libro igual, pero si decides comprarlo, al menos ganamos algo 😉
Imagen de Portada: modificación sobre ilustración de Pixabay.
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